domingo, 25 de enero de 2015

EL EFECTO INVERNADERO


La temperatura de nuestro planeta es perfecta para la vida. Ni demasiada fría, como Venus, ni demasiada caliente, como Marte. Gracias a estas condiciones, la vida se extiende por todos sitios.

 La radiación solar penetra en la atmósfera terrestre.

 




 La Tierra absorbe la radiación solar, emitiendo posteriormente 
energía al espacio.

Algunos gases como el COimpiden que esta energía escape, lo 
que aumenta la temperatura de la superficie terrestre: es el
efecto invernadero.


En el calentamiento global del planeta influyen:


*la composición de la atmósfera.


*la radiación solar incidente.

*la radiación reflejada por la Tierra al calentarse.


Ésta última es, a su vez, atrapada y “rebotada” de nuevo hacia la Tierra por las moléculas de determinados gases existentes en la atmósfera (principalmente CO2 y CH4).

 Cuando artificialmente se aumenta la concentración de dichos gases en la atmósfera se rompe el equilibrio natural y se “rebota”
hacia la Tierra una cantidad mayor de radiación, lo cual produce 

un aumento de la temperatura que lleva aparejados fenómenos 
tales como la desertización, disminución de las masas de hielo
polares o inundaciones.





Por tanto, la atmósfera de la Tierra actúa como el vidrio de un invernadero: permite el paso de la luz solar pero no deja escapar 

el calor atrapado cerca de la superficie. Este fenómeno produce 
un calentamiento que se conoce como efecto invernadero.



El Protocolo de Kioto
 
La consecuencia más importante del incremento del efecto
invernadero es el cambio climático. Para paliar en lo
posible sus consecuencias, 36 países industrializados
firmaron en 1997 el Protocolo de Kioto, cuyo principal
objetivo fue la reducción global de las emisiones de gases
de efecto invernadero.


El Protocolo de Kioto entró en vigor el 16 de febrero de
2005 tras haber sido ratificado por un número de países,
suficientes en su conjunto para ser responsables del 55%
de las emisiones de los países industrializados.


El compromiso obligaba a limitar las emisiones conjuntas
de seis gases (CO2, CH4, N2O, PFC, HFC y H6F) respecto
al año base de 1990 para los tres primeros gases, y 1995
para los otros tres, durante el periodo 2008-2012, con
una reducción global acordada del 5,2% para los países
industrializados.


La reducción sería de un 8% para el conjunto de la Unión
Europea con respecto a las emisiones del año 1990. 


Para alcanzar estos objetivos, el Protocolo propone una serie de medios:

  • Reforzar o establecer políticas nacionales de reducción de las emisiones (aumento de la eficacia energética, fomento de formas de agricultura sostenibles, desarrollo de fuentes de energías renovables, etc.);
  • Cooperar con las otras Partes contratantes (intercambio de experiencias o información, coordinación de las políticas nacionales por medio de permisos de emisión, aplicación conjunta y mecanismo de desarrollo limpio).

El informe de la EEA ( Agencia Europea de Medio Ambiente) no solo desvela que España es uno de los países europeos que más tiene que gastar por no haber reducido sus emisiones.

 También dice por primera vez que España sí será capaz de cumplir con sus compromisos. Aunque sea pagando. En informes anteriores la agencia, dependiente de la Comisión Europea, siempre situaba a España entre los países más alejados del cumplimiento. 

 Según un inventario provisional publicado en otro informe reciente de la EEA, España ha emitido en el periodo de Kioto (2008-2012) un 22,8% más que en 1990, el año que se usa como referencia.

 El tratado le permitía a España emitir un 15% más que en 1990. Kioto podía haber sido mucho más gravoso: la crisis ha ayudado a pisar el freno. España llegó a emitir en 2007 un 50% más que en 1990.

No hay comentarios:

Publicar un comentario